¿De qué se trata?
Muchas personas reportan estar soñando más. Algunas
colegas que se dedican a la escucha dicen lo mismo. No sé si es lo perecedero,
si es la distancia o si es que ahora hay tiempo para soñar. Lo que es cierto es
que estamos ante una crísis mundial donde pasamos por un momento de pérdidas
que ya existen y de otras que estan por venir y que aún no podemos siquiera
conocer para luego reconocer. El contacto con los enfermos nos es
imposibilitado para proteger nuestra vida y el entierro de los muertos y las
condiciones para hacer duelo por los mismos ya está transtocado. ¿Cuales
condiciones quedan para el entierro de lo que termina? En medio de las
pérdidas, asombra y llena de esperanza el contacto con esa otra vida que
también nos domina. A fin de cuentas, pienso que el sueño, el juego y la
escritura son plataformas de duelo y que podrían habilitar una nueva forma de
hacer comunidad mientras estamos a la distancia. Puede ser una nueva forma de
enterrar lo que no está por ahora a nuestro alcance. El que más personas estén
soñando más puede ser una oportunidad para hacer duelo en conjunto y además de
un modo auténtico y personal.
Es por eso que estaré haciendo en este tiempo un
diario colectivo de eso que soñamos, no de los sueños de quienes acuden a
consulta sino de quienes quieran compartir su(s) sueño(s) de modo colectivo. Si
quieren participar por favor envíenme un correo a fernanda.magallanes@egs.edu
con su sueño. Puede ser de forma anónima o con su nombre.
Cada día se actualizará este diario mientras se
reciban sueños.
ENTREVISTA EN MALVESTIDA
Nadia Bernal me entrevistó para hacer una nota en
Malvestida acerca de los sueños y acerca del Diario Colectivo de sueños. La
nota la pueden checar aquí:
La entrevista tal como fue acerca de Diario colectivo
de sueños:
¿Por qué creaste un diario colectivo de sueños en esta
pandemia? ¿Qué relación tiene y por qué colectivo?
En mi práctica psicoanalítica con analizandas, escucho
desde el inicio de la pandemia que están soñando más. Queridas colegas me han
dicho que las personas que acuden con ellas también están soñando más. Yo estoy
soñando con mayor intensidad, mis colegas también. ¡He visto incluso tuits de
mujeres diciendo que sueñan más desde la pandemia y se preguntan qué está
pasando! ¿Qué no va a estar pasando? Gente se está muriendo, mucha gente se
está enfermando, no hay cupo en muchos lugares para atender a personas graves y
en Guayaquil las personas están en el suelo. Me alegra que estemos agitadas, es
para estarlo. Soñar ya es un modo de lidiar y de reconocer eso que es tan
difícil. ¡Hay que aprovechar nuestros sueños!
Aunado a esto pienso que la vulnerabilidad tiene una
agencia política importante y también pienso que el modo de vehiculizar dicha
agencia es la comunidad. Pero sueño con comunidades no autoritarias, cosa que
es difícil encontrar. Vincularse desde compartir y desde la curiosidad conjunta
sabiendo que no se sabe nada es siempre distinto que desde la autoridad o
de suponer que alguien tiene un saber que puede responder a las incógnitas de
nuestras vidas. Por eso, este diario se trata de un diario sin
interpretaciones, solamente se reciben y comparten sueños y cada quien los irá
pensando para sí mientras comparte.
Los sueños siempre traen incógnitas y nadie más que el
soñante puede saber de qué se tratan. Durante el COVID-19, la forma de
vincularnos está transformándose y pienso que hay que saber hacer con esto a lo
que nos estamos y estaremos enfrentando. Me preocupa especialmente cómo vamos a
construir nuevas formas de comunidad y quizás sea ingenua pero tengo la
esperanza de que podamos hacer formas mejores de hacer lazo.
¿Si nuestros cuerpos ahora viven en nuestras casas
haciendo cuarentena y aislados de otras personas, qué formas de comunidad
podemos construir? Mi apuesta es que podamos lograr mejores formas de hacer
comunidad que antes. Mi apuesta es por comunidades que no se basen en la
disolución de la individualidad sino en la afirmación de la misma y en poder
compartirla. ¿Qué puede ser más individual que un sueño? ¿Cómo podemos
articular estos sueños en comunidad? La raíz por la que estamos soñando es un
estímulo que compartimos y cada quien estamos haciendo duelo de forma distinta
vía nuestros sueños. Representar imágenes es ya hacer duelo de las imágenes
perdidas, de los acontecimientos políticos y sociales en los que estamos
inmersos.
Entónces pensé: “¿Por qué no hacer un diario colectivo
de sueños?” El espacio para la vulnerabilidad y para compartir me parece
fundamental y es importante hacer comunidad a pesar de la distancia. Así mismo
pienso que en el mundo estamos pasando por una nueva caída epistémica del
cuerpo, de lo que pensabamos como “patriarca”, de lo que pensamos como lazo con
la autoridad y con los otros. Pienso también que gracias al feminismo
comenzamos las mujeres a tomar la voz que nos pertenece.
Con la pandemia aparece la posibilidad de no estar
frente al cuerpo de los otros, de que personas que no conocemos mueran y
sepamos solo su cifra. Sin emabrgo, esas cifras son personas con una vida y con
una historia. Sumado a esto, con la pandemia se reducen los espacios para hacer
duelo de nuestros muertos incluso cuando se les reconoce. Y me parece fabuloso
que con el COVID se están visibilizando peligros que antes en general las
personas no contemplaban. Por ejemplo en México hemos vivido sobre un suelo que
es una fosa común y esa realidad a menudo es desmentida cuando podría haber
sido un vehículo para el sueño, para el proceso de duelo.
No me parece casual que en esta pandemia nos veamos
movidas y soñemos más. Diferente que en otras realidades que siempre están
donde los cuerpos desaparecen y sus vidas no son lloradas, hoy frente al
COVID-19, las cosas se están nombrando y eso ya es un avance que quizás por su
posibilidad de aparecer como representación nos ayuda a soñar en lugar de
desmentir o caer en la melancolía. Pienso que soñar es una forma de hacer duelo
de mucho. Hay que aprovechar ese espacio de representación para no dejarnos
caer en la melancocha y poder compartir en comunidad; abrir espacio a imaginar
un mundo mejor desde lo más individual y auténtico que tenemos. Como lo pienso
ahora: desde nuestros sueños.
¿Por qué hablar de duelo, sueños, escritura y juego como una correlación entre sí?
No estoy segura de que haya una correlación. Sin
embargo si postulo basándome en mi forma de leer textos de metapsicología en
Freud, que el juego, la escritura y los sueños son plataformas para el
duelo de un objeto perdido que no sabemos qué es. La vida es vivir en un duelo
constante. Si no se echa a andar el duelo por ese objeto perdido podemos
paralizarnos en un estado melancólico. En ese estado melancólico vivimos
políticamente en muchos sentidos. Sigo esa idea maravillosa de Rosaura Martínez
en su libro “Eros: Más allá de la pulsión de muerte” donde dice
“necesitamos hacer un batallón de duelistas”.
Mi pregunta con respecto a ese batallón de duelistas
es por cómo poder habilitar ese duelo en comunidad. Como puede la toería
psicoanalítica ayudarnos a poder ser batallón y no solamente fingir que
se navega solo en un espacio en el diván. Pienso que definitivamente el hecho
de ser sujetos del inconsciente nos advierte ya que estamos sujetos a una serie
de contingencias políticas que compartimos de formas enigmáticas. Anteriormente
en mi texto Abyección, juego y sublimación que será publicado en el
libro “Lo psicopolítico”, postulé en una revisión de textos de Freud que el
juego es el primer modo de hacer duelo y es la base para una resignificación
radical de las lógicas de poder. Jugar, soñar, representar, son los vehículos
que tenemos para abrir nuestra capacidad de agencia y resignificación política.
Devenir sujeto es un proceso político en tanto que el
cuerpo es afectado no solo por su biología, sino también por la manera en que
el cuerpo representa la cultura y es representado por ella. El poder actúa
sobre el sujeto. Lo marca y lo doma. Pero no sólo eso, sino que además
confecciona el proceso a través del cual el sujeto se forma. La utilidad que
ese sujeto tiene, es efectiva unicamente si está sujeto a la cultura. Esto
acarrea una serie de dificultades pues la cultura a menudo es cruel y el sujeto
es un archivo de prácticas culturales y políticas de las que no es del todo
dueño. La actividad política entonces se ve mucho más afectada por una red de
relaciones en constante tensión que viven al sujeto, que por un sujeto
consciente que elige cómo puede vivir y que sabe las consecuencias de los actos
que alcanza a elegir. Sin embargo, el contacto con nuestros sueños es el modo
que tenemos de jugar con eso político, en este momento la situación de la
pandemia que nos domina es un hecho que nos está transformando.
Soñar es el chance que tenemos de resignificar aquello
que aparece frente a nosotros como difícil de procesar y que incluso nos está
formando como cuerpos. Escribir también lo es y soñar ya es una forma de
escribir.
Con el COVID-19 se ha echado a andar una nueva lógica
que moldea nuestros cuerpos, que nos hace sujetos de una nueva forma. Hay que
escribir para transformar y hay que escribir para transformarnos y así poder
aprender a cuidarnos desde otro lugar para también procurar el cuidado del
otro. Si va a haber una transformación, aprovechémosla a bien.
Hacer comunidad necesita venir de otro lugar que de la
fusión con los ideales o el apantallamiento. Hacer comunidad desde lo
auténtico: desde nuestra propia voz, desde el juego, la escritura, el soñar y
hemos de habilitar herramientas que nos ayuden a lidiar con eso que carga nuestra
propia voz y nuestros sueños que siempre resultan ambivalentes.
¿Por qué estamos soñando más y de forma distinta durante el encierro?
Me parece bien interesante esa palabra “encierro” que
está circulando tanto y que repetimos. ¿Por qué vivir así el quedarse en casa?
Creo que el encierro ya venía para todos desde antes y por eso utilizamos esa
palabra. Encierro de otras cosas. Para las mujeres ha habido encierros y
cautiverios que quizás ahora podamos aprovechar soñando para liberarlos.
Pienso que estamos soñando más intensamente porque se
está nombrando lo que sucede. No creo que antes hubiera menos angustia sino que
ahora el dolor esta tomando forma a nivel representación y nuestros sueños nos
ponen alerta para hacernos cargo. ¡En verdad creo que estar soñando es una gran
oportunidad política!
¿Los sueños son metáforas de los procesos que vivimos diariamente?
Sí. También metáforas de lo que estamos por
vivir, desplazamientos y condensaciones de imágenes que han quedado fuertemente
afectivizadas por la soñante. Todos los tiempos de nuestra vida se condensan en
un sueño en ese momento en que lo contamos. En ese sentido, llevar un diario de
sueños colectivo es dar cuenta de una misma de manera colectiva.
Para muchas los sueños pueden tornarse pesadillas, lo que nos hace evocar otras emociones, tipo miedo, angustia, insomnio. ¿Qué nos recomiendas para lidiar con esto?
No es que los sueños evoquen emociones, sino que las
emociones están intentando procesarse vía el sueño y cuando ocurre una
pesadilla está fallando. Si quiero hacer una distinción en que es distinto
sentir angustia que miedo. La angustia es un sentimiento que anda suelto, salta
hacia nosotras. El miedo tiene ya un objeto localizado que le asusta. Soñar y
escribir nuestros sueños a menudo nos hace más conscientes de nuestros miedos.
Esto no quiere decir que no existiera antes miedo ya o que incluso antes
hubiera angustia y dolor sin procesar.
Soñar es ya darle un tratamiento a aquello que nos
angustia. Compartirlo es un modo de darle sitio a las angustias. Sería muy
torpe que alguien de la nada interpretara esos sueños. El diario de los sueños
es para contener una serie de afectos, imágenes y narraciones de una misma y
enlazarlas con las historias individuales de otras. Es una forma de dar cuenta
de que a pesar de nuestras individualidades compartimos en comunidad y podemos
hacerlo sin fusionarnos.
Cuando los sueños son repetitivos o se tornan
pesadillas, hay algo de la angustia operando y algo muy importante que es
mortífero en lo que se repite. Cada quien tiene la responsabilidad de intentar
hacerse cargo de sus repeticiones y cuando esto llega al límite de no poderlo
hacer, es importante pedir ayuda. Yo recomendaría que llamen a una
psicoanalista cuando la sublimación, el sueño y el juego no pueden lograrse o
no alcanzan para contener y transformar el dolor en otra cosa.
Así mismo quiero aclarar algo: Están surgiendo líneas
de ayuda en estado de emergencia por el COVID-19. Si una siente una emergencia
es importante utilizarlas. Pero sumado a eso hay que saber que el tratamiento
de la escucha de la vida pasa por algo más allá del estado de emergencia y cada
quién lo va construyendo como puede. ¡Ojalá que sea en vínculo con alguien que
esté a la altura de sostenerlo!
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